lunes, 5 de julio de 2021

Nota de Opinión por Diego Martín Atienza Suarez

 ¿HAY QUE RECIBIR LO "NUEVO" CON LOS BRAZOS ABIERTOS?


La creciente digitalización/virtualización de la música, que también trajo obvias ventajas, perdió valor del laburo detrás de las grabaciones. Pero incluso tuvo impacto en los gustos ya que a partir de que la música se obtiene de manera inmaterial y gratis, a todo el mundo le puede gustar todo, pero se pasa tan rápido de un disco a otro...que digo "disco”! de un "track" a otro… que no hay ningún momento para la contemplación. Por supuesto, llegando al punto de que incluso se comienza a componer música para estos espectadores nómades.   

    La música paso a otro plano de una manera tan generalizada, que ya nadie piensa que puede ser de otra manera, cuando finalmente lo que logran imponer con éxito es un diseño en el pensamiento, automatismo, una programación minimalista, con aires de sofisticación. Soberbios ignorantes paladines defensores del "progreso". Suplantamos pensar y sentir por una comodidad que podría matarnos. Al mismo tiempo logra su paso en la existencia el "curador" que disecciona las discografías con la frialdad con la que se disecciona una rana para analizar su contenido.


    Comprar discos no solamente es caro hoy en día, lo fue siempre, puede ser que "hoy todo sea más difícil", pero no subestimaría tampoco las complicaciones de antaño para obtener material musical. Por esa razón, lamento afirmar que la única manera en la que encuentro credibilidad en la importancia que se le da a aquella obra admirada- exceptuando a personas sin recursos-, más allá de todas las morisquetas que hagan, palabras que salgan de su boca, es obtener físicamente la música, y simplemente, permanecer en un asiento lo más cómodo posible, para poder admirar aquello de lo que tanto nos jactamos con pasión.