sábado, 29 de marzo de 2025

Pyre - Behold a Pale Horse



Este trío compuesto por Megiddo en batería, Raum en guitarra y voces, y Lecher en bajo, lanzó en febrero de 2005, bajo el sello Black Blood Productions de Italia, su hasta ahora único disco full-length titulado Behold a Pale Horse.

Puede que haya llegado veinte años tarde a mis oídos, pero no es excusa para dejarlo pasar así como así. Esta banda de El Paso, Texas, Estados Unidos, reúne en menos de 35 minutos un torbellino enfermizo de Black Metal con reminiscencias clásicas de la primera ola noruega, más un condimento propio y tan personal que solo pueden ofrecer bandas de ese lado del continente americano.

El álbum comienza con una intro muy corta (por suerte), para luego arremeter de manera violenta con Black Thaumaturge, canción que, en sus primeros segundos, me recuerda a Von, aunque después toma su propio camino, cambiando de tempo y convirtiéndose en la canción más "musical" del disco. Sus pasajes narrados le dan un aire casi melódico, pero sin perder la oscuridad ni la brutalidad.

Strigoi Mort, el segundo misil, contiene un blast beat tan veloz que su sonido primitivo queda perfectamente adornado con las filosas guitarras, que rozan lo Death Metal, yendo y viniendo de manera avasallante hacia The Torrent of Thamus, que sigue en la misma línea de agresión incesante.

Para la quinta canción, Devil Pig, la banda baja la velocidad con un sonido a medio tempo y una melodía muy similar a Chainsaw Gutsfuck del primer EP de Mayhem. Si bien es una canción aceptable, siento que baja un poco el nivel del álbum.

En la sexta canción, The Unhealing Wound, Pyre vuelve al Black Metal en la línea de Darkthrone, con riffs realmente cautivantes y una letra que deja de lado el satanismo para sumergirse en la desolación:

*(...) "The door remained empty,
the chair unmoved
And joy bled away from the unhealing wound
But not to call me back,
or say goodbye
And further still from an unearthly height
One luminary clock, against the sky
Proclaimed the time was neither wrong nor right"*

Al llegar al séptimo tema, Eyes of the Dead, sigue una vibra similar a la del anterior, pero con riffs más estándar y hasta predecibles, una batería a medio tiempo y una voz que se arrastra como una serpiente moribunda. A mitad de camino, cobra un fuego melodioso, para luego volver sobre sus pasos hacia un final con una guitarra melódica que dibuja una pesada marcha funeraria hacia un desenlace inevitable.

Para este servidor, el disco debería haber terminado aquí. Pero no, continúa con un cover de Darkthrone—nada más y nada menos que En Vind Av Sorg de Panzerfaust. Lo interpretan bastante bien, aunque creo que las voces deberían haber estado más altas en volumen. Sin embargo, entiendo que eso podría haber generado un desbalance con las canciones propias.

En el noveno acto, Ten and Forty Centuries, el volumen sube lentamente, evitando sacarnos de golpe de la atmósfera del cover. A mi parecer, fue innecesario ponerlo en la octava posición cuando aún quedaban dos temas propios para cerrar el disco. La canción retoma los primeros pasos del álbum, con velocidad, riffs afilados y un griterío más que satisfactorio. El redoblante suena como un tarro de lata, una maravilla para mis oídos.

Para cerrar el disco, tenemos la canción que le da nombre, Behold a Pale Horse, que me parece una oda vocal. Su métrica y poesía evocan Funeral Fog de Mayhem, con algunos pasajes narrados que añaden un toque de dramaturgia a la poesía oscura de Pyre. Musicalmente, el cierre me deja satisfecho si englobamos el álbum en su totalidad, aunque sigo pensando que el cover estuvo mal ubicado.

Las letras de Pyre son puramente anticristianas, pero sin caer en el satanismo infantil. Se nota un conocimiento previo sobre doctrinas, simbolismo y nombres, lo que refuerza una crítica bien fundamentada. Bajo su sello, Pyre devuelve al metal sus raíces transgresoras, rechazando cualquier intento de convertirlo en algo "amigable" o "inclusivo".

Esto es verdadero metal. El metal que machaca oídos, que le da asco a tus vecinos y que causa dolor a los oyentes del supuesto "Black Metal" de esta era.

Con este disco, Pyre demuestra que puede entregar un gran álbum sin necesidad de incluir una canción que ya hemos escuchado un millón de veces. Behold a Pale Horse es un verdadero ejemplo de cómo se debe tocar, cantar y hacer sonar el Black Metal.